sábado, 31 de mayo de 2014

LA PROFANACION DEL TEMPLO (Pausides Reyes)



La santificación de un lugar nos lleva, inevitablemente, a la Iglesia. En la Iglesia son importantes los pastores y necesarias las ovejas. En ausencia del pastor son buenas las imágenes y su adoración forma parte de los mecanismos de legitimación de la religión respectiva. Un pastor de ovejas es un custodio del saber revelado y su verdad no admite interpretación diferente. La fe se aprende en un proceso intersubjetivo complejo donde la relación de sumisión jerárquica  establecida entre la élite religiosa dominante y el conglomerado creyente dominado es fundamental. La idea de los lugares sagrados, aun cuando tiene su origen en rituales de carácter divino, no es exclusiva de las sectas religiosas; ha contagiado todo el entramado de la subjetividad colectiva y  podemos encontrarnos con ella donde menos sospechábamos de su existencia. En la autonomía universitaria y la libertad de cátedra, por ejemplo, hay más idea de lugar sagrado que idea de lugar donde se vencen las sombras. Las autoridades universitarias son el Vaticano; los decanatos las conferencias episcopales, las direcciones de escuela las arquidiócesis, los departamentos las parroquias y los diferentes centros de investigación las órdenes religiosas permitidas por la Santa Inquisición. Un estudiante sobresaliente debe contar con la tutoría de un pastor de cátedra y para poder distinguirse debe tener la capacidad de recitar de memoria todo el bagaje teórico que predica  su guía espiritual. Así como hay congregaciones en la Iglesia hay  adoratorios de santurrones de la sabiduría en las Universidades. Y en ambas la beatificación depende de la cantidad de cardenales seguidores y fieles que logren acumular antes de la muerte. El peso del origen pende sobre sobre el cuello de las universidades para impedir el rompimiento del cordón umbilical que le subordina a los paradigmas medievales de la cristiandad europea.
Lugar sagrado es una plaza de toros, un museo, las instalaciones de un centro cultural, la casa de un partido político, el edificio del gremio, el despacho de un Alcalde y cualquier espacio que en la macro y microfísica del poder simbolice algún tipo de autoridad. El irrespeto a los lugares sagrados implica sanciones y se supone que nadie, en su “sano juicio”, puede atreverse a profanar los templos. Chávez le ordenó a varios de sus ministros alojar en las instalaciones ministeriales a muchas familias afectadas por las lluvias y un torrencial de sacerdotes lanzaron un grito al cielo para denunciar el sacrilegio; decidió que el Hospital militar no debía atender únicamente a militares para abrirle las puertas a los civiles y le acusaron de loco; aumentó en más de un 200% la matricula estudiantil universitaria con la ampliación de las ofertas de educación pública y le excomulgaron de la Academia acusándolo de ignorante; decidió destinar muchos de los espacios del Fuerte Tiuna para la construcción de soluciones habitacionales para la gente pobre y, bingooo, se ganó el título universitario de Dictador. “Quisieran los perros del potrero/ por siempre acompañarnos;/ pero sus estridentes ladridos/ sólo son señal de que cabalgamos” (Goethe)

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