jueves, 21 de marzo de 2013

DOMINGO ALBERTO RANGEL: REVOLUCIONARIO EJEMPLAR


POR PAUSIDES REYES
Ha muerto Domingo Alberto Rangel.  Sus detractores de siempre quisieron empañar  su trayectoria como militante revolucionario intentando unas notas que lo presentan como el hombre de izquierda que se hizo liberal. ¿Una confusión con el otro Domingo Alberto Rangel? Es posible. Sin embargo, la duda nos asalta cuando en la fulana confusión se cruzan  los papeles de uno y otro personaje y se los endosan al difunto asumiendo que ya no podrá salir a refutar . Una confusión deliberada, nada inocente; con el propósito avieso de vender la idea de la inevitabilidad de la hegemonía del planteamiento liberal. Domingo Alberto Rangel  fue siempre un hombre irreverente frente al poder; quizás sea precisamente ese atrevimiento el que motive el encuentro entre gente de izquierda y derecha en el propósito común descalificador. En la lucha política del día a día hay temas que son particularmente muy sensibles; la propiedad y el Estado son dos de ellos. Sucede  siempre que la querella menuda de una disputa política tiene un trasfondo ideológico que no podemos despachar de manera olímpica. En el variopinto universo de los militantes liberales y comunistas, por ejemplo, es posible encontrar posiciones encontradas sobre estos temas pero también coincidentes; de tal manera que un estadolatra liberal es coincidente con un estadolatra de izquierda y ambos pueden estar perfectamente hermanados en la lucha contra el anarquista negador del poder político en todas y cada una de sus expresiones; aun cuando militen en partidos diferentes. Creo haberle leído alguna vez a Domingo Alberto Rangel  definirse como anarquista; y desde su trinchera de lucha, en un esfuerzo por ser consecuente con su pensamiento, no dio tregua en el combate. Enfiló sus baterías contra el capitalismo con la firme convicción del enorme daño que le hacen a los procesos revolucionarios el reformismo de izquierda; por eso lo vemos  debatiendo aquí y acullá, razón más que suficiente para que tirios y troyanos le califiquen como agente de la CIA algunas veces, traidor en otras oportunidades, pequeño burgués radical,  las más de las veces, entre otras etiquetas.
Ha muerto Domingo Alberto Rangel. Los simplificadores de oficio reducirán su trayectoria al ejercicio del periodismo y la cátedra universitaria; la derecha opositora resaltará las críticas que desde sus columnas de opinión hiciera contra el gobierno  de Hugo Chávez Frías. Y quienes participamos dentro del proceso bolivariano deberíamos evitar caer en la tentación del maniqueísmo envilecedor  que apenas permite ver el panorama en blanco y negro. Con Domingo Alberto Rangel podemos estar en desacuerdo en muchos de sus planteamientos teóricos sobre las famosas vías de la revolución; pero desconocerlo como militante revolucionario ejemplar sería una mezquindad que sólo es posible sostener con las vísceras. La revolución es un prisma, decía Chávez, y en ella tienen cabida  todos los revolucionarios que busquen los caminos de la emancipación.  ¿Qué podemos reivindicar los bolivarianos en esta hora de la despedida? Su irreverencia revolucionaria; con ella es posible mantener en permanente erupción el volcán revolucionario, estremecer las viejas estructuras de dominación, ampliar el grito que incomoda al adulante y angustia al adulado, estimular la búsqueda colectiva y la producción creativa, fraguar los espacios de emancipación que le den sentido a un nuevo tipo de relacionarnos, liberar los saberes socialistas prisioneros del saber unidimensional capitalista, mantener vivo, en definitiva, el malestar en la cultura para ayudar a desalojar el amo que nos sembraron en las profundidades del alma colectiva para que vigilara y castigara la “mala conducta” sin necesidad del látigo

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